“Situación del psicoanálisis y formación del psicoanalista en 1956” : cuarenta años después

Un siglo de psicoanálisis es una buena ocasión para repensar la cuestión de la formación del analista. Con motivo de la conmemoración del centenario del nacimiento de Freud, Lacan había presentado en 1956 su visión panorámica relativa a esta cuestión. ¿Cuál es su actualidad ? ¿Acaso cuarenta años bastaron para volverlo un artículo perimido ? Sorprendentemente, no es el caso. Más aún, sus denuncias y advertencias son tanto más pertinentes cuanto que parecen constituir un reflejo de nuestro tiempo. Toda crítica que se funde en una ética es atemporal, y esa es la genialidad de Lacan.

1. La crítica de Lacan en 1956

¿Cuál fue el destino del “legado de Freud” ? Dilucidarlo conduce a Lacan a denunciar el “tráfico de autoridad”[2] con que la IPA encaró el tema de la formación del analista. Los siete anillos de fidelidad repartidos por Freud no alcanzaron para proteger su obra : la alianza se volvió el epitafio de su verdad y los demonios invocados por el inventor del psicoanálisis volvieron a ocultarse en las sombras desde donde emergieron.

El artículo “Situación del psicoanálisis y formación del analista en 1956” encara cuestiones de doctrina, de enseñanza y la incidencia institucional de la IPA en la formación del analista. Sobre este anudamiento, Lacan observa : “Pues la deficiencia teórica que señalamos en la doctrina nos pone en el defecto de la enseñanza, que recíprocamente responde de ella“[3]. El contrapunto de este binario -doctrina-enseñanza- se sitúa en los análisis de los analistas y su institucionalización en los llamados “análisis didácticos”, que llevan el peso sisífico del retorno a lo mismo por falta de una teoría consistente acerca del final del análisis y acerca del advenimiento del “deseo del analista”.

El reemplazo de la “autoridad epistémica” por una jerarquía lineal condujo a fenómenos de “iniciatismo”, de “infatuación”, de “idealización narcisista” -como respuesta a la identificación con el analista que se promueve como objetivo del final del análisis-, a una “cooptación” entre amos como modalidad asociativa-, a un silencio que escabulle todo debate científico, alimento del trabajo colectivo, a una “conquista del poder” solidaria con la petrificación de las divisiones jerárquicas, a un franco “rechazo del saber” que conduce a que el “analfabetismo en su estado congénito no deje de tener esperanzas de tener allí éxito“[4], a fenómenos de “esterilización” producidos por la simple repetición de la enseñanza oficial despojada de toda crítica.

Lacan denuncia el “terror conformista”, el “sometimiento colectivo”, la “ignorancia crasa” -a distinguir de la “docta ignorancia”-, y los “adeptos incultos”, capturados en la idolatría estructurada en la formación de masas. Incluso compara esta asociación al caso del señor Valdemar del cuento de Edgar Alan Poe : por efecto de la acción de la hipnosis el cadáver sobrevive a su muerte física, y no logra morir aunque lo desea. Dice : “Tal metafóricamente, en su ser colectivo, la asociación creada por Freud se sobreviviría a sí misma, pero aquí es la voz la que la sostiene, la cual viene de un muerto“[5].

La “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”[6] debe entenderse sobre el fondo del artículo de 1956. Tal es la indicación de Lacan como prefacio a su propio texto. La crítica de la estructura de la IPA le permite decir que la solución al problema de la Sociedad psicoanalítica reside en la distinción entre jerarquía y gradus (AME y AE). Este artículo es una puesta al día -once años después- del anterior. Retoma entonces su crítica en los mismos términos : “Hay solidaridad entre el atascamiento, hasta en las desviaciones que muestra el psicoanálisis, y la jerarquía que en él reina… esta coaptación promueve un retorno a un estatuto de prestancia, que conjuga la pregnancia narcisista con la astucia competitiva“[7].

A este desfile de “beatitudes” y “suficiencias” Lacan le opone la “operación del despertar” que posibilita que la formación del psicoanalista se aloje en el corazón de su Escuela y se promueva la “transmisión por la fuga” -según la expresión de J.-A. Miller[8]- propia de la experiencia analítica.

2. La autocrítica de la IPA : 1986-1996

A partir del año pasado, los usuarios de Internet pueden participar gratuitamente de los Discussion Groups -grupos de discusión- organizados por la IPA, que se presenta con la consigna : “The IPA needs yours views”, “¡La IPA necesita sus puntos de vista !”. Los navegantes curiosos que tropezaron con el primer artículo ofrecido para dicha tarea, no pudieron más que sorprenderse con su título. El texto de Otto Kernberg se llama : “Treinta métodos para destruir la creatividad de los candidatos psicoanalíticos”, posteriormente publicado en el International Journal of Psychoanalysis[9]En realidad, este trabajo es el resultado de un debate en el seno de la IPA acerca de la formación del analista que data de ya más de diez años.

El malestar en la configuración de los Institutos de enseñanza de la IPA se expresó tímidamente a lo largo de una serie de artículos que fue apareciendo desde los años 70. Estos primeros cuestionamientos se manifestaron articuladamente en un artículo publicado por Otto Kernberg en 1986 : “Los problemas institucionales de la educación psicoanalítica”[10].

Antes que nada, plantea los síntomas que se presentan en la formación de los analistas en los institutos de la IPA. Sostiene que la educación en psicoanálisis se lleva a cabo en una atmósfera de adoctrinamiento más que de exploración científica abierta : se cita a los maestros y se ignoran otras aproximaciones psicoanalíticas alternativas. La rígida y compacta presentación de Freud, sin incluir aportes contemporáneos, produce un efecto de ausencia de todo matiz. Se evita que los candidatos entren en desacuerdo con el instituto : para ello, los apartan de las discusiones científicas que abran polémicas. Los casos clínicos que conocen son los tratados por ellos mismos, con su inexperiencia. La única salida de que disponen para volverse analistas es identificarse con el semblante que les propone el propio analista de cada uno de ellos, e imitar el estilo de aproximación a los pacientes, ritualizando aquellos clichés. También indica Kernberg que la falta de presentaciones científicas por parte de los analistas didactas contribuye a su idealización.

Por otra parte, los informes periódicos del análisis del candidato distorsionan la experiencia analítica. En la práctica, los candidatos hacen un primer análisis para el instituto, y un segundo, después de la graduación, para ellos mismos. La información acerca de la admisión, graduación y designación del analista didacta para el candidato es imprecisa, y crea una atmósfera “paranoica” que invade a los institutos. Esto produce efectos devastadores en la educación analítica. Un año antes de este artículo de Kernberg, se publicó el informe de los graduados del Instituto de Santiago (Chile), donde se detallaban los pormenores de esta vivencia[11].

El último síntoma que señala Kernberg en los institutos psicoanalíticos es la disminución del pensamiento creativo y de la productividad científica por parte de los docentes, los estudiantes y los graduados. Afirma que la esterilización de la enseñanza se produce por la adulación servil de los “padres venerados”, la estrechez intelectual de los puntos de vista locales prevalentes y el desaliento de los pensamientos originales. La repetición monocorde asegura a los grupos de poder que nada se cambie, y deja la amarga impresión de que ya no hay nada nuevo por decir.

Por supuesto, este artículo no solo plantea las dificultades sino que propone soluciones. La crítica que presenta es el punto de partida para el artículo que propone para Internet.

Entre uno y otro artículo, se sitúa el informe de Wallerstein acerca de la quinta conferencia sobre la formación de los analistas de la IPA, llevada a cabo el 27 de julio de 1991 en Buenos Aires con la presidencia de Otto Kernberg[12]. El título elegido para ese evento fue : “Entre el caos y la petrificación : problemas sobre la integración de las diferentes estructuras teórico-clínicas en la formación del psicoanalista”. El punto en común de las presentaciones provenientes de lugares ideológicos y geográficos diferentes era “una insatisfacción muy general con muchos de los aspectos y consecuencias de la manera como opera nuestra estructura tripartita de formación que Eitingon y sus colegas nos legaron hace casi 75 años y que apenas si ha cambiado desde entonces“[13]. El resultado de estas críticas está volcado en el artículo de Kernberg de 1996, quien -tal vez lector oculto de los Escritos– reproduce en su sátira casi puntualmente las advertencias de Lacan. Reescribe en forma “negativa” sus propias observaciones de 1986.

Entre los treinta métodos para destruir la creatividad de los candidatos plantea el sistemático enlentecimiento de la progresión institucional de los candidatos ; la enseñanza repetitiva y no cuestionable de los textos de Freud ; tendencias monolíticas en relación a la teoría ; aislamiento de los candidatos de las actividades científicas de la sociedad analítica ; acentuación de las relaciones jerárquicas ; ritos de graduación ; desaliento sistemático de toda contribución original de los candidatos ; aislamiento intelectual de los institutos ; falta de una presentación completa del trabajo clínico de los analistas didactas para fomentar su propia idealización ; negligencia del estudio de las controversias sobre la técnica analítica ; aspectos “paranoicogénicos” en las relaciones entre los miembros de la institución ; abandono de la exploración de los límites científicos y culturales y las aplicaciones del psicoanálisis ; y la acción de los conflictos institucionales en los análisis didácticos.

¿Nos encontramos acaso frente a la resurrección de un nuevo Fénix que emerge de sus escombros ? ¿Qué consecuencias tiene esta autocrítica institucional ? No basta con rasgarse las vestiduras o tirarse cenizas en los cabellos como señal de duelo frente al cadáver que los psicoanalistas de la IPA arrastran en su desconsuelo. Es necesario que produzca efectos en la concepción misma de qué es un analista y en el particular proceso de formación.

Existe un cambio de la posición del psicoanálisis en nuestros tiempos que inevitablemente pone en cuestión la investigación en psicoanálisis, su incidencia sobre la cultura, y la formación actual del psicoanalista. Sin una teoría coherente del final del análisis (que permita precisar la emergencia del deseo del analista y desde allí formalizar la lógica de una cura), la “integración teórica ecléctica” de las tendencias contemporáneas y el espacio de debate resultan estériles por ausencia de un punto de capitón desde donde pueda pensarse la experiencia analítica.

Tomemos como ejemplo uno de los artículos que salieron este año en Internet para la preparación del próximo Simposio de la IPA. Daniel Widlöcher se ocupa de los desafíos actuales del psicoanálisis en la universidad y en la investigación[14]. Preocupado por la banalización de la enseñanza del psicoanálisis, plantea no perder de vista lo esencial del psicoanálisis : la interacción entre dos mentes, el proceso de cambio y las resistencias a ese proceso. La desimaginarización de la experiencia analítica buscada por Lacan tiene sus nuevas sectas y encuentra un vástago en los extravíos actuales.

3. Cuarenta años después

La originalidad no se aprende ni se enseña. Depende de posiciones subjetivas que imprimen el trazo particular en aquello que se dice o escribe. No obstante, se puede promover la búsqueda de una enunciación personal o sofocarla para que nada interfiera en el “dogma” establecido. El espíritu revolucionario de Freud se diluye en el último caso en una burocratización verticalista que protege el status quo, inmovilizando y obsesionalizando las iniciativas personales. Lo que promovió la caza de brujas de Lacan, lo que se volvió insoportable para la institución que lo excomulgó, fue su originalidad. Sin que se produzca un “pase en acto” a través del propio discurso -y esto en cada momento de la elaboración subjetiva- el psicoanálisis se entumece, pierde el espíritu de la época, y se vuelve un saber viejo y demasiado conocido para producir efectos.

El analista que tenga como perspectiva “unir a su horizonte la subjetividad de su época “[15] sabe que eso implica una concepción del psicoanálisis como palpitación, como obra viva que se expande y nutre de lo particular de cada uno.

Después de todo, ¿de qué se aburren los analistas ? El tedio surge de la rutina burocrática, la incredulidad y la desesperanza de las disputas que emergen de la confusión entre autoridad y poder, la somnolencia de los deseos sojuzgados, el desinterés y la apatía de la falta de debate.

Aquí nos encontramos frente a una verdadera encrucijada. La crítica asidua y constante de Lacan hacia la IPA es una señal de advertencia para nosotros mismos. En la comunidad analítica no se buscan burócratas domesticados, sino que las pasiones sean puestas al servicio de una “transferencia de trabajo” para que lo imposible de decir sea transmitido desde aquello que es singular. Lo inefable no es el reino de las tinieblas. De nosotros depende hacer del relámpago un despertar.

Buenos Aires, abril de 1997

Publicado en Uno por UNo 45, Barcelona, 1997.

NOTAS

  1. J. Lacan, “Situación del psicoanálisis y formación del psicoanalista en 1956” (1956), Escritos. Buenos Aires : Siglo veintiuno, 1988.
  2. J. Lacan, “De Rome 53 à Rome 67 : La Psychanalyse. Raison d’un échec” (1967), Scilicet 1 (1968), p. 45.
  3. J. Lacan., “Situación…”, op. cit., p. 454.
  4. J. Lacan, “Situación…”, op. cit., p. 463.
  5. Idem, p. 467.
  6. J. Lacan, “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela” (1967), Momentos cruciales de la experiencia analítica. Buenos Aires : Manantial, 1992.
  7. Idem, p. 10.
  8. J.-A. Miller, “Extractos del Seminario de las Siete Sesiones”, París, set.-oct. de 1996.
  9. O. Kernberg, “Thirty methods to destroy the creativity of psychoanalytic candidates”, International Journal of Psychoanalysis 77 (1996).
  10. O. Kernberg, “Institutional problems of psychoanalytic education”, Journal of the American Psychoanalytic Association 34 (1986).
  11. M. Buzzone y otros, “Regression and persecution in analytic training. Reflexions on experience“, The International Review of Psychoanalysis 12 (1985).
  12. R. Wallerstein, “Between chaos and petrification : a summary of the fifth IPA conference of training analysts”, International Journal of Psychoanalysis 74 (1993).
  13. Idem, extraído del sumario, p. 178.
  14. D. Widlöcher, “Psychoanalysis today” : Challenges in University and research”, Internet, 1997.
  15. J. Lacan, “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis” (1953), Escritos, op. cit., p.309.