Otto Gross, entre Freud y Jung

Otto Gross, médico asistente de Kraepelin en Munich a comienzos de siglo, fue un precursor del psicoanálisis por dos razones diferentes. Por un lado, como psiquiatra, escribe unos artículos sobre le negativismo psicótico retomando las primeras formulaciones teóricas de Freud [1]; pero, por otro lado, en 1908 se convirtió en el primer psicótico en análisis. El trabajo de análisis de Otto Gross con Jung se sitúa en el contexto del intercambio que se produjo entre Freud y Jung a partir de sus reflexiones sobre la psicosis.

1. Jung con Bleuler

Como reacción a la concepción de “entidad mórbida” de Kraepelin, en Alemania se genera, a comienzos de siglo, una fuerte reacción psicodinánica encabezada por un lado por Moebius, y por otro lado, por Bleuler y Jung.

Kraepelin presenta el concepto de demencia precoz en la sexta edición de su Tratado de Psiquiatría (1899) Introduce así la problemática de la manifestación paranoide en la demencia precoz. La demencia precoz se caracteriza por un trastorno del pensamiento que evoluciona progresivamente hasta llegar a una fase terminal de debilitamiento parademencial. Es decir, por un estado de déficit, de negativismo, debilitamiento de juicio, y empobrecimiento motor y afectivo. La paranoia, por el contrario, se caracteriza por su naturaleza interpretativa y no alucinatoria, y por la instalación de un sistema delirante durable con la conservación de la claridad del orden en el pensamiento, la voluntad y la acción [2]. Kraepelin constata que en la demencia precoz los pacientes se creen manipulados, dominados o poseídos por una personalidad ajena, Pero diferencia el aspecto paranoide de la demencia precoz de la paranoia verdadera en el hecho de que la idea de la acción de una fuerza exterior es un trastorno de la voluntad específico de la demencia precoz, mientras que en la paranoia, la categoría de la voluntad no está afectada.

Bleuler se opone a esta concepción y afirma, en 1908, que esos enfermos no son dementes, y que son curables. El origen de esa enfermedad es la disociación de su funcionamiento psíquico. De los primeros trabajos freudianos retiene la importancia de la afectividad en la perturbación del psiquismo. Se mantiene imperturbable en cuanto al origen orgánico, pero simultáneamente intenta encontrar en el contenido de los síntomas trastornos de orden psicológico, es decir, motivacional y dinámico. Plantea entonces que una de las características principales de los fenómenos psicóticos es el “pensamiento autista”, que es un proceso primitivo del pensamiento. Los procesos psíquicos autísticos no son influenciados por la realidad ni respetan las leyes de la lógica. Estos pensamientos son equiparables a los del sueños. En cuanto a los trastornos afectivos de los psicóticos, el método de asociación verbal le permite encontrar las circunstancias precisas que los produjeron. La coexistencia de tendencias contrarias es también propia de la psicosis y Bleuler lo denomina “ambivalencia”.

 En 1911, Bleuler rebautiza la demencia precoz con la denominación de “esquizofrenia”. Jerarquiza así el factor de disociación. Por otro lado, hace de esta acepción un síndrome, por lo que se refiere al grupo de las esquizofrenias. Dicho síndrome se caracteriza por un déficit, con una causa orgánica, que produce un proceso de disociación con trastornos afectivos y asociativos [3]. En cuanto a la paranoia, Bleuler considera que es una formación psíquica basada en mecanismo normales, pero que constituye una exageración de esos procesos, una reacción a ciertas situaciones externas o internas, Ante una situación emocional que el paciente no puede soportar (profesional, sexual), rechaza la realidad y surge la interpretación paranoide, con la forma de una desmentida directa (delirio de grandeza) o al relacionar el fracaso con la maledicencia del medio ambiente (delirio de persecución). El lugar principal en la patogenia es el de un “complejo del yo” (o complejo personal), y no el de un complejo sexual en rechazo de la postulación freudiana.

En 1900, Jung comienza trabajar en el hospital psiquiátrico de Burgzölzi de Zurich, servicio dirigido por Bleuier. Presenta su tesis doctoral en 1902 titulada Psicología y patología de los fenómenos ocultos, en la que combina su experiencia de trabajo con pacientes psicóticos con las sesiones de ocultismo a las que concurre junto a Théodore Flourney. Su interés por el ocultismo se manifiesta tempranamente y prosigue a lo largo de toda su obra. La posición de Jung en su tesis es ambigua. Por un lado le confiere a los fenómenos paranormales una respetabilidad científica, pero simultáneamente les busca los mecanismos psicológicos en juego [4].

Este trabajo toma como punto de partida la historia de Helena Preiswerk, su prima. Su análisis lo lleva a postular una división de la personalidad. Se pregunta especialmente si ciertos poderes psíquicos pueden ser explicables sólo de forma racional por los estados psíquicos, o si debe recurrirse a la hipótesis de poderes de otro orden. En los años siguientes, Jung se consagra al estudio del fenómeno de asociación verbal planteado por Bleuler. Para ello utiliza tests de asociación que se basan en el postulado de un “debilitamiento de la pulsión de asociación” propia de la psicosis. El test consiste en leerle al paciente una lista de palabras las que debe asociar otras palabras. Se va tomando nota de lo frecuencia de aparición de ciertas palabras. Estas pruebas le permiten a Bleuler y a Jung aislar “complejos emocionales”, concepto que designa un conjunto de representaciones, recuerdos, ideas e impulsiones centrados en una experiencia afectiva.

Jung se interesa cada vez más por el pensamiento freudiano, sus textos de referencia son fundamentalmente “La interpretación de los sueños” y “Estudios sobre la histeria”. Prosigue al mismo tiempo sus experiencias asociativas. Detecta tiempos de reacción anormalmente largos frente a la estimulación de ciertos traumatismos psíquicos. Lo sexual es indudablemente secundario.

En 1904 y 1905 Jung inaugura un laboratorio de psicopatología experimental asistido por Franz RikIin y por Ludwig Binswanger. La investigación se basa en las reacciones extraídas a través de la asociación de palabras. Como fruto de este trabajo publica en abril de 1906 Estudios sobre el diagnóstico de asociación. A pesar de las dificultades que provoca la inclusión de Freud como referencia en su texto, Jung decide citarlo. Le envía a continuación una copia de su trabajo a Freud. Este es el inicio de su correspondencia, que proseguirá hasta 1913 [5].

La invención del concepto de demencia precoz produjo muchas dificultades en el medio psiquiátrico, en especial por el carácter paranoide que presentan ciertos casos. Bleuler se sobrepone a este problema e indica que la característica fundamental de la esquizofrenia, a diferencia de la paranoia, es la disociación. La postulación de una etiopatogenia orgánica le permite desentenderse de la investigación de los mecanismos que conducen a la psicosis.

Jung toma como fuente teórica el trabajo clínico de Bleuler, pero la aproximación al psicoanálisis le abre nuevas perspectivas para explicar los procesos psicóticos.

2. Freud y la psicosis

La investigación freudiana toma como punto de partida los problemas clínicos que plantea la histeria. Busca luego un equivalente del proceso defensivo aislado en la histeria que particularice la psicosis, es decir, la manera en que funciona la represión en la psicosis. Bercherie sostiene que la oposición neurosis-psicosis es un invento freudiano [6]. Ambos términos ya se encontraban en la literatura psiquiátrica pero sin oponerse entre sí, antes bien, se superponían uno con el otro.

La “psicosis” era considerada como una enfermedad mental que sustituía el antiguo término de “locura”. El término “neurosis”, por el contrario, era un concepto etiológico y nosológico que indicaba afecciones funcionales del sistema nervioso. Las “neuropsicosis” eran las psicosis sin una base orgánica objetivable, eran enfermedades mentales funcionales.

Freud, en “Estudios sobre la histeria” jerarquiza el concepto de defensa que consiste en una “voluntad contraria”, en el rechazo de una representación displacentera [7]. En ese momento Freud se apoya en este concepto para diferenciar la psicosis de la neurosis. El éxito de la defensa y la consecuente formación sustitutiva sintomática produce la neurosis. En cambio, la psicosis es el resultado del fracaso de la defensa que produce la invasión y la subyugación del yo por representaciones patógenas traumáticas.

La denominación “psicosis de defensaya indica que la psicosis es una enfermedad producida por la acción de la defensa, al igual que la histeria, por el rechazo de una representación displacentera. Pero todavía no alcanza a formalizar una defensa específica de la psicosis que la distinga de la neurosis.

En el tercer apartado de “Las neuropsicosis de defensa” (1894), Freud examina la “confusión alucinatoria” y la diferencia de la paranoia a través de una modalidad defensiva “mucho más enérgica y exitosa, que consiste en que el yo desestima (verwerfen) [8] la representación insoportable junto con su afecto y se comporta como si la representación nunca hubiera comparecido”. La describe como un estado de ensoñación donde la realidad objetiva quedaría “arrancada” junto a la representación insoportable.

En los manuscritos H y K que se dirigen a Fliess, Freud esboza sus consideraciones teóricas sobre la paranoia. En el manuscrito H define la paranoia como “un modo patológico de la defensa”. “La paranoia tiene, por tanto, el propósito de defenderse de una representación inconciliable para el yo proyectando al mundo exterior el sumario de la causa que la representación misma establece” [9]. La proyección deviene el mecanismo distintivo de la paranoia. En relación al delirio escribe en este mismo manuscrito: “…la idea delirante es sustentada con la misma energía con que el yo se defiende de alguna otra idea penosa insoportable, Así, pues, aman al delirio como a sí mismos. He ahí el secreto” [10]. ¿Anticipo de la articulación entre el narcisismo y la psicosis?

En el manuscrito K incluye cierta dinámica. La represión acontece ante la emergencia del recuerdo que produce displacer. El periodo de enfermedad está condicionado por el retorno de las representaciones reprimidas. En lugar de los autorreproches, propios de la neurosis obsesiva, en la paranoia se produce la desconfianza y la represión por proyección. Si lo que retorna no es sólo el displacer sino también el recuerdo, el contenido de ese recuerdo regresa bajo la forma de una ocurrencia o como alucinaciones visuales o auditivas. Ante el retorno de lo reprimido, la defensa fracasa y se produce una “alteración del yo”. El proceso concluye en una melancolía, en la que es incorporado en la conciencia lo que se denegó anteriormente, o en una formación delirante protectora (delirio de grandeza), “hasta que el yo es remodelado por completo” [11]. El delirio aparece en esta secuencia como una formación restitutiva. Hasta aquí el motivo de la enfermedad está dado por la represión de recuerdos displacenteros que se presenta de una manera distinta a la neurosis.

En la tercera sección de las “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa” (1896) [12], Freud presenta el material clínico de un caso de paranoia crónica (según la traducción de Amorrortu, en 1924 Freud enmienda el diagnóstico por el de dementia paranoides, en la Standart Edition aparece que el nuevo diagnóstico es el de demencia precoz), donde la represión de la vivencia sexual aparece claramente delineada. Este artículo tuvo una importante repercusión en el medio psiquiátrico de su época, en tanto que intenta diferenciar la paranoia de las alucinaciones histéricas y de los autorreproches obsesivos.

Mientras que en la neurosis obsesiva el reproche inicial se transforma por la acción de la represión en desconfianza en sí mismo (síntoma defensivo primario), en la paranoia el reproche reprimido se transforma por proyección en desconfianza hacia los otros. En la neurosis obsesiva el escrúpulo le permite protegerse de la creencia en el reproche. En la paranoia, los reproches retornan dentro de las ideas delirantes. Lo particular de la paranoia es el retorno de los reproches reprimidos en pensamientos enunciados en voz alta, vinculados, por sustitución, a sucesos recientes. Por otra parte, el delirio de interpretación desemboca en una alteración del yo que incluye la llamada “debilidad mnémica”, que no deja de ser tendenciosa ya que sirve a los propósitos de la represión.

Durante este primer periodo, Freud parte de la idea de la existencia de un traumatismo sexual real. La edad en que se produce el evento condiciona la “elección de neurosis”. Esta causalidad temporal es conceptualizada más tarde, con el abandono de la teoría de la seducción y la inclusión de la escena traumática en la fantasía, en términos de fijación libidinal. Sin embargo, Freud no alcanza a precisar en la paranoia la temporalidad en relación al binario placer-displacer que constituye el fundamento de la experiencia primaria de la escena sexual traumática.

Plantea entonces la “predisposición patológica” corno el origen de la paranoia, que lleva a la utilización de la proyección corno mecanismo defensivo.

Los casos estudiados por Freud en esta época (que son sobre todo mujeres) son analizados en estos términos: acción de la Verwerfung en 1894; proyección del reproche frente a la escena de seducción real en 1895; y nudo real del reproche (escena sexual infantil con el hermano) en 1896.

En la carta a Fliess del 9 de diciembre de 1899, Freud parte del concepto de autoerotismo (que lo retorna de Havellock Ellis) para diferenciar la histeria y la paranoia. “La histeria (y su variedad, la neurosis obsesiva) es aloerótica, su vía principal es la identificación con la persona amada. La paranoia vuelve a disolver la identificación… Así, he dado en encontrar la paranoia como un asalto de la corriente autoerótica, como un retroceso al punto de vista de entonces… Los particulares vínculos del autoerotismo con el “yo” originario iluminan bien el carácter de esta neurosis. En este punto vuelven a perderse los hilos” [13]. Esta idea, que Freud le comunica a Fliess, vuelve a aparecer en su correspondencia con Abraham y Jung. La publicación de un artículo sobre esta cuestión se incluirá en la trama de la relación con estos nuevos interlocutores.

3. Freud con Jung

La reticencia del grupo suizo frente a la obra freudiana se plantea claramente en la primera carta que Freud recibe de Jung (5 de octubre de 1906). En ella le anuncia el próximo envío de su libro sobre la demencia precoz y le aclara que si bien le parece fundamental situar la génesis de la enfermedad en la historia, no cree que el origen sea exclusivamente sexual. A diferencia de Abraham, Jung inaugura su relación con Freud expresando un franco rechazo de la teoría de la sexualidad. Rechazo que años más tarde provocará indefectiblemente la ruptura con Freud. Freud, por su parte, queda totalmente subyugado por el interés que muestra el grupo suizo por su obra, tanto Jung como Bleuler, puesto que consideraba que el comienzo de un reconocimiento internacional, en particular en el medio psiquiátrico.

 Si bien la disidencia de Jung en relación a Freud está planteada de entrada, sólo los avatares de la profundización de las posiciones de cada uno de ellos determinara la ruptura. El debate que se inicia en la correspondencia gira alrededor de la diferencia diagnóstica entre la demencia precoz y la paranoia.

Jung publica en un libro titulado Sobre la psicología de la demencia precoz. Plantea que en la demencia precoz se produce una perturbación central (entre sus contemporáneos, Janet denomina esta perturbación “disociación o empobrecimiento del nivel mental”, Gross “desintegración de la conciencia” y Neisser “desintegración de la personalidad). Un sujeto normal que se vuelve demente precoz se desintegra en una pluralidad de complejos autónomos. En la forma más primaria, esta desintegración evoluciona en paranoia. Se produce una pérdida del interés por los acontecimientos reales. La fijación a los complejos emocionales, a diferencia de la histeria, le da a la enfermedad su contenido particular.

En el texto sobre la demencia precoz, Jung retoma el caso presentado en su tesis, el de Helena Preiswerk, y lo califica de histeria recurrente. Asimismo lo opone a otro caso, el de Helena Smith, diagnosticado de demencia precoz. La acción de una toxina específica produce la demencia precoz. En resumen, Jung une en este texto: la acción de un complejo producido por un afecto poderoso (Bleuler) y por una toxina (somática según Kraepelin, psicotoxina según Jung), que afecta al cerebro produciendo un debilitamiento del funcionamiento psíquico (Janet), de manera tal que el complejo permanece en el inconsciente y produce los síntomas característicos de la demencia precoz (retorno de lo reprimido de Freud).

Eric Laurent indica que este texto constituye en lo esencial el comentario del caso de paranoia crónica presentado por Freud en 1896, puesto en cuestión a través de toda la literatura psiquiátrica de la época [14]. De esta manera, muestra lo que puede llegar a ser en ese periodo un abordaje “freudiano” de la psicosis luego de la publicación de “La interpretación de los sueños” y antes del análisis del caso Schreber. A “La interpretación de los sueños” Jung le incluye la mecánica asociacionista de los complejos. Pero este texto presenta un problema. La unificación del sueño, del delirio histérico y del campo de la psicosis alucinatoria genera el interrogante de cómo puede producirse una ruptura tan profunda entre la neurosis y la psicosis. De allí su recurso a la organicidad siguiendo los desarrollos de Bleuler.

Freud encuentra la oportunidad de profundizar el problema de la demencia precoz a través de los casos clínicos analizados por Jung. Su posición ambigua es tolerada por Freud en la medida que espera lograr una pronta “conversión” de su colega. La problemática que ambos pensadores trabajan convergen. Freud busca un mecanismo que caracterice la defensa en la psicosis. La distinción entre histeria y demencia precoz en Jung todavía es nebulosa. Se inicia así entre ellos el gran debate sobre el diagnóstico diferencial.

4. La discusión en torno a la demencia precoz y la paranoia

La posición de Freud frente a la diferencia diagnóstica entre la histeria y la psicosis planteada por Jung es clara. La transferencia es el pivote de esta distinción. Las fijaciones no pertenecen sólo a la demencia precoz. En la histeria la fijación de la libido determina la situación de dependencia en la vida amorosa y propulsa la transferencia hacia la persona del médico. Pero frente a la distinción entre demencia precoz y paranoia, Freud no encuentra aún los parámetros que le permitan diferenciarlos. Esta dificultad no le impide sostener la existencia de la acción de la represión en la paranoia. De allí su desacuerdo con Bleuler en relación a su artículo titulado “Mecanismos freudianos en la sintomatología de la psicosis”.

Jung define a la demencia precoz, en su correspondencia, como un delirio por complejos con fijaciones en la que son abreaccionados complejos no resueltos. Lo que aparece en primer plano es el trastorno afectivo, lo que asegura el diagnóstico frente a la posible aparición de deterioros intelectuales. El término de “demencia precoz” no le parece adecuado -coincide en este punto con Bleuler y Freud- puesto que no se produce en esa enfermedad una pérdida de las facultades mentales. En cuanto a la paranoia, si bien está estructurada como la demencia precoz, la fijación está limitada a unas pocas asociaciones y conserva la claridad de los conceptos.

En la reunión de la Sociedad Psicoanalítica de Viena del 31 de octubre de 1906 Freud comenta el libro de Bleuler Afectividad, sugestionabilidad y paranoia [15]. Si bien le parece original el planteo de un afecto corno origen de enfermedad, critica la falta de inclusión del tema de la sexualidad. Asimismo resulta inadmisible que no mencione el mecanismo de represión en la paranoia que su deformación mnémica es el fruto de la represión. A este mecanismo acompaña la acción de la proyección. Su comentario deja en claro el punto en que se encuentra: el mecanismo la paranoia es relativamente claro, pero falta estudiar aún el proceso que produce. A través de la teoría pulsional intentará resolver esta cuestión.

En la reunión del 21 de noviembre de 1906 Freud analiza un caso paranoia y formula sus características principales. La primera es incurabilidad por medio de la psicoterapia. La segunda es el hecho de que las producciones patológicas devienen concientes y adquieren un valor de realidad. Ambas características permiten diferenciar la paranoia de la histeria. En la histeria una parte de la libido es transferida al médico lo que posibilita su tratamiento, en cambio en la paranoia la transferencia no es posible porque se produce una regresión al autoerotismo. Por otro lado, la histeria conserva una producción de fantasías en Io inconsciente, en cambio en la paranoia sus producciones devienen conscientes a la manera obsesiva y se incorporan al yo.

En abril de 1907 Freud le envía a Jung un escrito titulado “Algunos puntos de vista sobre la paranoia”. El mecanismo de proyección es formulado como una clase de represión en la que “la representación es consciente como percepción y la afectividad correspondiente es separada y retraída al yo, bajo la trasformación en displacer. Esta afectividad (la ocupación libidinal) entonces imponerse de nuevo al yo a partir de la P. (percepción)”. La idea reprimida retorna corno una percepción real. En la demencia precoz, a diferencia de la paranoia, se produce una regresión autoerótica, cambiando así su formulación. La transformación en displacer por la acción de la proyección da cuenta del carácter persecutorio de los fenómenos.

En el análisis del Presidente Schreber la persecución no dependerá sólo del displacer sino de la transformación del amor en odio de acuerdo a la acción de las inversiones gramaticales que caracteriza a la estructura de la pulsión.

Jung responde a esta presentación teórica y cuestiona la explicación de “proyección hacia afuera” puesto que sólo puede referirse a la génesis de la idea de persecución. Luego expone lo que será el planteo freudiano de la neurosis: “Cuando usted dice que la libido se retira del objeto, pienso que lo que quiere decir es que se retira del objeto real, por motivos represivos reales (obstáculos, imposibilidad manifiesta de cumplimiento, etc.), dirigiéndose hacia un calco fantástico de lo real, con lo que comienza entonces su clásico juego autoerótico” (13-5-07). La influencia de Bleuler sobre Jung es evidente.

A continuación, en la conocida carta del 23 de mayo de 1907, Freud expone en detalle su idea del problema. Se opone al planteo junguiano de una representación fantástica sustitutiva, e insiste que al abandonar la libido la representación del objeto, lo caracterizado como interior es tratado como percepción, es decir, es proyectado hacia afuera. Ahora bien, este proceso se realiza en dos tiempos: represión de la libido, y luego su retorno.

Considera entonces tres casos: 1. Demencia precoz, donde se presenta una represión lograda. La libido desemboca en el autoerotismo y la representación proyectada surge en forma transitoria en la “idea delirante”. 2. Curso paranoide de la demencia precoz. Una parte del retorno de deriva al autoerotismo y la otra es proyectada y fijada en el delirio (dirigido contra el deseo de objeto proyectado). 3. Paranoia, en la que la represión falla por completo. La libido se transforma en convicción en las ideas delirantes, estableciéndose una regresión hasta el autoerotismo.

Diferencia luego la neurosis y la psicosis de la siguiente manera: “Los destinos de la libido, donde se localiza ésta en relación al yo y al objeto, así como las modificaciones de la represión, a qué afecta y en qué secuencia temporal, es lo que ha de determinar el carácter de las neuropsicosis y las psicosis”. La alucinación histérica se produce por una regresión durante el ataque hasta la percepción. No hay represión en la histeria del objeto de deseo, La libido persiste muy reforzada y fijada a las representaciones del objeto. De ahí que Freud considera que toda histeria puede transformarse interrecurrentemente en una psicosis alucinatoria aguda. En cambio, en la paranoia se produce primeramente la represión por vía de la proyección con disminución de la libido, y sólo secundariamente un refuerzo hasta la alucinación mediante la libido que retorna tras la represión.

Podemos presentar cierta oposición entre Freud y Jung que se agudizará a lo largo de toda su elaboración teórica. Jung retoma el concepto de autoerotismo de Bleuler, quitándole su tinte sexual, el eros, y como “autismo”, y considera que el psicótico se refugia en sus fantasías. Para Freud la libido no es retirada del objeto real sino de la representación de objeto por lo que el paranoico logra mantener su relación con el mundo exterior. Estos desarrollos lo conducen a posiciones diferentes frente a la psicosis que preceden el análisis del Presidente Schreber.

5. Otto Gross y la psicosis

En su trabajo “El diagnóstico diferencial de los fenómenos negativistas” [16], Otto Gross torna el concepto de trastorno de la voluntad en la demencia precoz de Kraepelin y lo combina con los mecanismos freudianos de la Traumdeutung. La idea central del trabajo es la de comparar la irrupción de los procesos primarios en el sueño con la discontinuidad de las cadenas asociativas que caracteriza los síntomas negativistas catatónicos planteados como alteraciones de la voluntad. Esta voluntad es experimentada como ajena por la irrupción de cadenas asociativas inconscientes en la continuidad de la conciencia, de ahí que es interpretada como la acción de un poder extraño. Es decir, estas cadenas inconscientes son sentidas como un poder ajeno al sujeto. Este es el planteo del carácter paranoide del síntoma catatónico.

En su trabajo “Sobre la desintegración de la conciencia” Gross afirma que la actividad psíquica consciente está constituida por una unicidad sincrónica garantizada por el principio de asociación [17].

Si una cadena asociativa inconsciente irrumpe en la continuidad de la conciencia, ésta es experimentada como extraña. Esta representación es vivida como proveniente del exterior. Para la continuidad de la conciencia, el síntoma que emerge súbitamente del inconsciente proviene de afuera. Esta atribución es producida por el mecanismo de proyección. El delirio aparece cuando aquello que fue proyectado se relaciona con el mundo exterior. Estos síntomas proyectados son considerados como alucinaciones o impulsiones de movimiento o de acto (son los movimientos catatónicos). Para Gross la proyección se produce por la disminución de los principios de regulación cerebral sobre la que se apoya la mitad de la conciencia, lo que produce su escisión.

En este caso a Gross le resulta pertinente hablar de Sejunktdon. Este concepto fue creado por Carl Wernicke, y se presenta como un testimonio del encuentro de la psicología asociacionista y la anatomía cerebral a mediados del siglo XIX. Wernicke define la Sejonktion como un “aflojamiento en la textura firme de las asociaciones”. Al intentar superar la antigua denominación kraepeliniana de demencia precoz, Gross crea una nueva entidad nosológica, la Dementia Sejunktiva [18], entidad que no alcanzó ninguna repercusión en el medio psiquiátrico de su época. A diferencia de Kraepelin, pone el acento en el síntoma y no en el curso de la enfermedad.

Curiosamente, Otto Gross conocía en esta época las Memorias del Presidente Schreber mucho antes que Jung y Freud lo leyeran, y lo diagnostica como un caso de “Demencia Sejunktiva“. Por otra parte, Gross considera el caso Schreber como atípico. A pesar de la conservación de una inteligencia extraordinaria, tiene síntomas de desintegración de la conciencia. Las capacidades de la “conciencia principal” quedan intactas, pero las producciones del inconsciente (alucinaciones e “ideas autóctonas”) se vuelven cada vez más monótonas y estereotipadas, como lo señala el mismo Schreber.

Para desarrollar esta concepción, Gross retoma un caso clínico en el artículo sobre el negativismo. Se trata de una paciente psicótica que habla sobre los movimientos extravagantes que ella realiza. Súbitamente una ocurrencia la impulsa a hacerlos. Son gestos completamente involuntarios. Dice: “Puedo hacerlo, debo hacerlo, debo continuarlo, sino es terrible”. Indica así una secuencia que parte de la posibilidad y que rápidamente se desliza a un imperativo del que no puede liberarse. Un poder la obliga a actuar. Esta fuerza proviene del interior, pero al mismo tiempo actúa como un agente exterior: Dios o algún personaje maligno. La acción de este agente no regula su movimiento sino que transforma su voluntad.

Gross le pregunta a su paciente dónde actúa esa fuerza, sobre su voluntad o sobre su movimiento. Ella responde: “Primero sobre la voluntad, y luego desde la voluntad sobre el movimiento” A partir de estas declaraciones Gross concluye que esta serie de movimientos no son experimentados como indeseables, sino que plantean el problema de su concordancia con la voluntad. Diferencia dos modos de perturbación de la conciencia: su disgregación en la demencia precoz y su division en la histeria. La demencia precoz implica un trastorno de la actividad de la conciencia. En cambio, la histeria es una división sistemática del contenido de la conciencia. En cuanto a la causalidad de la enfermedad, Gross considera suficiente una explicación fisiológica, la sexualidad subrayada por Freud no es más que el “producto del medio o de una época” (se ubica así en la misma línea de pensamiento que Jung y Bleuler).

Resumiendo, corno lo indica Eric Laurent, Gross nota que el carácter paranoide del síntoma catatónico se explica simplemente por su carácter de exterioridad a la continuidad del yo. Esta explicación anticipa el análisis de Schreber.

6. Otto Gross, entre Freud y Jung

En la correspondencia entre Freud y Jung, Otto Gross es mencionado por primera vez en la carta de Jung del 28 de junio de 1907, en la que critica su trabajo Das Freudische Ideogenitätsmoment und seine Bedeutung in manisch-depressiven Irreisein Kraepelins. A Jung le resulta extraño el planteo de que Freud resulte ser “el picapedrero de la catedral incompleta de Wernicke”. Pero rescata la inclusión de la teoría freudiana en el trabajo de Gross.

En la revista Jahrbuch de 1909 aparece un pequeño comentario de Abraham sobre este trabajo. Allí expone que en tanto la doctrina de la Sejunktion de Wernicke resulta incompleta, Gross incluye la doctrina de la represión y la de los símbolos para alcanzar una comprensión de las psicosis funcionales. Parte del análisis de un caso clínico en el que aparecen combinados síntomas compulsivos con una psicosis al estilo de la psicosis maniaco-depresiva de Kraepelin. Esta combinación se explica por el hecho de que el proceso patológico en el área psíquica está en condiciones de liberar síntomas latentes que no pertenecen a aquella forma de enfermedad. En cuanto a los afectos reprimidos cuya actuación perdura, estos se manifiestan en la conciencia a través de automatismos. El caso presentado es explicado corno un automatismo con base psicosexual. Vemos cómo sin alejarse de la teoría asociacionista de Wernicke Gross la combina con la de Freud; de allí el comentario de Jung a propósito del “picapedrero de la catedral de Wernicke”.

Freud se interesa particularmente por este trabajo pues “procede de la clínica del Sumo Pontífice o al menos ha sido permitido por él” (carta del 1 de julio de 1907), es decir que le atrae particularmente su relación con Kraepelin. En cuanto a la persona misma de Gross, considera que es muy inteligente pero coincide con Jung en que hay algo anormal en su vida afectiva. Compara el intento de Gross al de los antiguos egipcios que sin cambiar en nada sus antiguos panteones añadían sus nuevos dioses. En el trabajo de Gross esa mezcla conceptual tiene por consecuencia una gran confusión.

En la reunión de la Sociedad Psicoanalítica de Viena del 24 de marzo de 1909 Freud torna el trabajo de Gross para indicar cómo él alcanza a mostrar que la manía no es más que un mecanismo de represión. Este planteo es utilizado en ese momento por Freud corno una argumentación que ratifica que lo que diferencia la neurosis de la psicosis es la diversidad de sus mecanismos.

Al comentar la situación de Zurich, Jung se lamenta que Gross sea tan “psicópata”, puesto que sus postulaciones doctrinales tienen una gran influencia en los psicólogos. Al mismo tiempo es un fiel partidario de la obra freudiana, por lo que es tolerado por él.

En realidad, Gross ejercerá una gran influencia sobre su entorno durante toda su vida. Diversos escritores, como Franz Werfel y Leonhard Frank lo presentan como un hombre que poseía una personalidad fascinante, con un carisma muy especial, que producía un efecto hipnotizador sobre las personas que quedaban en relación con él. El propio Jung quedará subyugado por su influjo.

En esta época, Jung valora en particular su postulación de los dos tipos psicológicos correspondientes a la función cerebral primaria y secundaria desarrollada en su libro Die zerebrale Sekundär funktion. Allí pone en correspondencia la doctrina freudiana con la función secundaria. Posteriormente, esta distinción es retomada por Jung en su elaboración de los tipos psicológicos.

Al mismo tiempo, las ideas progresistas de Gross en torno a la liberación sexual son ampliamente criticadas por Jung puesto que considera que son contrarias a la creación de la cultura. Según Jung, Gross plantea que la transferencia al médico y su persistente fijación es un símbolo monogámico, es por ello que el estado auténticamente sano para el neurótico es el de la “inmoralidad sexual” (siguiendo los términos empleados por Jung en la carta del 25 de setiembre de 1907).

Esta posición es desarrollada ampliamente por Gross luego de su alejamiento del psicoanálisis. Tal como es presentado en el libro sobre las hermanas Von Richtofen, Gross lleva a la práctica esas ideas en su vida personal y produce que numerosos seguidores se adhieran a sus concepciones [19]. Si bien Gross encuentra un amplio reconocimiento por su producción e inteligencia, tanto para Freud como para Jung, no es una persona suficientemente “sana” aún antes que se produjera su primera internación.

7. El tratamiento con Jung

En abril de 1908 Freud y Jung comienzan a hablar más abiertamente de la toxicomanía de Gross. Según Freud, Gross desarrolla una “paranoia crónica cocaínica”.

El padre de Gross, fundador de la psicología criminal y autor del difundido Archivo de Criminología, intenta internar a Gross por sus conductas antisociales y por su adicción a la cocaína y al opio. Podemos comparar este padre al del propio Schreber: es célebre -su nombre figura en el Larousse-, única autoridad en la especialidad que él mismo creó (la criminología no existía antes que él la fundara). Su posición de magistrado le permite poner en práctica sus propias ideas. En su desarrollo teórico plantea la necesidad de excluir de la sociedad a los “degenerados” (vagabundos, impostores, drogadictos, etc.), y preconizaba la castración y la esterilización [20].

La situación se complica por el estado de Otto Gross y Ernest Jones propone ir a buscarlo a Munich para prestarle su ayuda. Finalmente Gross se interna y comienza un tratamiento con Jung.

El primer diagnóstico que Jung propone es el de neurosis obsesiva dado los bloqueos infantiles de identificación, especialmente de naturaleza homosexual. Freud concuerda con su diagnóstico y trae a cuenta un primer recuerdo infantil relatado por Otto Gross: “Su primer recuerdo de juventud (comunicado en Salzburgo) es uno relativo a su padre advirtiéndole a un visitante: Tenga cuidado, ¡muerde! Lo recordó durante mi historia de las ratas” (carta del 19-5-08).

 A continuación Jung se sumerge en un análisis que transcurre durante todo su tiempo disponible, día y noche. Pero es un análisis bastante particular. No sólo Gross es el analizante, sino que también lo es el propio Jung. Escribe Jung: “Alli donde no podía seguir yo adelante, era él el que me analizaba. De este modo he sacado yo también provecho para mi propia salud” (carta del 25-5-08).

Simultáneamente, el objetivo fundamental de la internación se cumple: Gross logra, transitoriamente, deshabituarse al opio y alcanza una cierta mejoría.

Freud queda un poco sorprendido por la rapidez del análisis (dos semanas). Por su parte, Jung se encuentra completamente capturado por esa tarea. Dada la fuerte fijación de los complejos infantiles, Jung cambia el diagnóstico por el de demencia precoz siguiendo su teoría de la psicosis. Esta internación se interrumpe cuando Gross se fuga de la clínica con la firme convicción de estar curado.

Jung queda profundamente conmovido con este análisis. Lo considera como una de las experiencias más graves de su vida ya que con Gross “Reviví, escribe, demasiados aspectos de mi propio ser, de modo que se me aparecía con frecuencia corno si fuese un hermano gemelo mío, menos la demencia precoz” (carta del 19-6-08).

Su diagnóstico acerca de Otto Gross lo lleva a precisar su concepción de la demencia precoz. La fijación en cuestión no es la de un complejo cualquiera, sino de un complejo sexual infantil temprano, de allí que exista un autoerotismo permanente.

El desacuerdo de Freud frente a esta concepción de la psicosis vuelve a hacerse presente. Le parece dudoso que la precocidad de la fijación infantil de lugar a la demencia precoz. Cuestiona entonces el diagnóstico de Gross. La denominación de demencia precoz le parece imprecisa puesto que la incurabilidad o el mal pronóstico no se dan con regularidad. Esta imprecisión desdibuja la diferencia de la demencia precoz con la histeria o con la neurosis obsesiva. Propone la posibilidad de que se trate de una neurosis obsesiva con transferencia negativa originada por su relación hostil con el padre. Todo esto lo plantea con un gran tacto, subrayando la superioridad de Jung en la materia, dado su gran experiencia clínica, de modo tal de mantener en pie su alianza.

Por supuesto, Jung reacciona frente a estas críticas y sostiene su posición. Rechaza entonces la propuesta de Freud puesto que la transferencia negativa paterna de Gross no es absoluta, y además, porque habitualmente en la demencia precoz, como en la histeria, se da el caso contrario. Para él los únicos hechos diferenciales son la fijación y la absoluta incurabilidad.

En cuanto a Gross, su estadía en Munich se produce de una manera bastante tumultuosa. Escucha que le gritan desde la calle, los vecinos del piso de arriba le hacen observaciones acerca de su estado mental, escucha que golpean las paredes. Este episodio concluye con la publicación de Gross de un artículo en el Zutamft de Harden denominado “Abuso del poder paterno”. En ese artículo se refiere a la internación forzada por el padre de una de sus pacientes, oponiéndose a la opinión de Gross, que consideraba que la joven debía seguir tratándose psicoanalíticamente. A través de esta denuncia reivindica su propia internación forzada por el padre.

En cuanto al texto Sobre inferioridades psíquicas, Freud hace un comentario elogioso (carta del 3-6-09), aunque es sensible al efecto de “extraña impresión paranoica” que le produce los dos tipos de letras utilizadas constantemente en el texto (en letra negrilla y en letras espaciadas). De todas formas, le parece un texto confuso que manifiesta cierta tendencia a volver a sus antiguas fuentes, es decir, a Wernicke.

Durante un largo período Gross desaparece de la correspondencia entre Freud y Jung. Resurge en 1911, con el envío a Freud de un manuscrito llamado “En defensa propia – Sobre la así llamada escuela Bleuler-Jung” desde el sanatorio Steinhof, lugar donde estaba nuevamente internado. En este texto acusa a Bleuler de haberse apropiado de la denominación de Dementia Sejunktiva para llamarla “esquizofrenia”, y a Jung de haber utilizado sus comunicaciones personales durante su análisis en su trabajo “Sobre la importancia del padre…”.

Freud rechaza ambas acusaciones. Jung se opone a la queja de Gross; incluyó en su artículo un pasaje en el que nombra a Gross de acuerdo a la fórmula acordada de antemano entre ambos. Con este último episodio Gross desaparece definitivamente de la correspondencia entre Freud y Jung.

8. A modo de conclusión

En 1913 Otto Gross es arrestado en Berlín por razones poco claras. Según Green, fue juzgado peligroso por dos casos de eutanasia, Lotte Chattemer y Sophie Benz, a quienes le proveyó veneno para que pudieran suicidarse. En la biografía escrita por Hurwitz aparece otra versión (citada por Eissler). Su padre pidió que fuera declarado irresponsable por su adicción a la droga y por su relación con los anarquistas.

Luego de su arresto en Berlín, Gross es conducido a la frontera austríaca e internado en una institución psiquiátrica. Es liberado en 1914 frente a la protesta internacional de sus amigos. Comienza entonces durante un breve período un análisis con Wilhelm Stekel. Cuando estalla la Primera Guerra Mundial, se presenta como médico voluntario y trabaja en hospitales de enfermedades infecciosas. En 1916 es nuevamente internado durante seis meses a causa de su adicción. Sólo en 1917 se produce el cambio de veredicto judicial de irresponsabilidad total a parcial.

Resulta difícil emitir un juicio sobre la psicosis de Otto Gross. Esta cuestión despertó cierta polémica entre aquellos que escribieron acerca de su historia. Su biógrafo, Hurwitz, se inclina por una neurosis y supone que el diagnóstico de psicosis obedece a un pacto entre Freud y Jung, Eissler retoma el diagnóstico de Jung, demencia precoz, y afirma que se trata de un paciente esquizofrénico, sobre todo toma en cuenta su relación con el mundo exterior: su contribución en el suicidio de algunas mujeres relacionadas a él y su relación con sus hijos.

Se puede acordar con Freud en el diagnóstico de paranoia. Su intento de conversión de Frieda, la mujer de Lawrence, apunta a construir “la mujer del futuro”, la mujer que falta a las generaciones futuras, modo en que podemos caracterizar su última producción delirante.

Para concluir, subrayemos algunas cuestiones. Si bien el tratamiento de Gross constituye la primera experiencia de análisis con un paciente “psicótico”, lo fue a la manera en que Jung trabajaba, que no coincide necesariamente con la práctica freudiana.

Por otro lado, la original propuesta de delinear el carácter paranoide de los síntomas catatónicos, que constituye un gran avance en relación al desarrollo de la psiquiatría de su época, merece todo nuestro reconocimiento.

Durante mucho tiempo su muerte resultó enigmática. Se suicida en 1919 según Jones. Drogado y destruido según Roudinesco [21]. Incluso presumiblemente involucrado en un asesinato según Green. Eissler, basándose en la biografía escrita por Hurwitz, precisa las circunstancias de su muerte. Muere en Berlín en febrero de 1320. Luego de escaparse de la vigilancia de los amigos que se ocupaban de él, a quienes acusaba por no proveerle drogas, lo encuentran hambriento y tiritando de frío en un corredor. Dos días después muere de neumonía dejando atrás su original modo de acercarse al psicoanálisis.

NOTAS

  1. Palomera, V. y Tendlarz, S., “Otto Gross et le négativisme psychotique”, Actas de la Jornadas de la Ecole de la Cause freudienne “La experiencia psicoanalítica”, Paris, noviembre de 1987.
  2. Kraepelin, E., La psychose irréversible, Ed. Navarin, Paris, 1967 y “La folie systématisée”, Analytica 30, Ed. Navarin, Paris, 1982.
  3. 3) Bleuler, Dementia praecox ou groupe des schizophrénies, traducción francesa resumida por Henry Ey, Cercle d’études psychiatriques, Paris, 1986.
  4. Brome, Carl Gustav Jung, l’homme et le mythe, Ed. Hachette, Paris, 1986. Véase también Jung, C., Recuerdos, sueños, pensamientos, Ed. Seix Barral, Barcelona, 1981.
  5. Correspondencia Freud-Jung, Ed. Taurus, Madrid, la correspondencia entre Freud y Jung sera indicada exclusivamente por la techa de la carta.
  6. Bercherie, P., Los fundamentos de la clínica, Ed. Manantial, Buenos Aires, 1986, Genèse des concepts freudiens, cap. XV: “La mutación de la conceptualización freudiana: narcisismo y personalidad”, Ed. Navarín, Paris, I983, y “La constitución del concepto freudiano de psicosis”, Malentendido N° 2, Ed. Catálogos, Buenos Aires, 1987, pp. 79-94.
  7. Freud, S.; “Estudios sobre la histeria”, Obras Completas t. II, Amorrortu, Buenos Aires.
  8. Freud, “Las neuropsicosis de defensa”, Obras Completas t, III, pp. 41-66.
  9. Freud, S., “Fragmentos de la correspondencia con Fliess (1892-99), Obras Completas t. I, pp. 211-322, p. 249.
  10. Ídem, p. 250-251.
  11. Ídem, p. 267.
  12. Freud, S.; “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa”, Obras Completas t. III, pp. 157-184.
  13. Freud, S., “Fragmentos…”, op. cit., p. 322.
  14. Laurent, E.; “La question de la psychose chez les elèves de Freud”, Lettres de l’Ecole N°27, Jornadas de abril de 1979, París, pp. 150-157.
  15. Minuites de la Société Psychanalytique de Vienne, Ed. Gallimard, París, 1983, pp. 57-62 y pp. 76-85.
  16. 16) Gross, O.; “Zur Differential diagnostik negativist ischer Phänomene”, 1904-1905, Psychiatrisch Wochenschrift deIl neurologische. pp. 345-353 y 357-363.
  17. Gross, O. “Uber Bewusstseinzerfall” (Sobre la desintegración de la conciencia), Monatschift für Psychiat. und neur. XV, 1904, pp. 45-51.
  18. Gross, O.; “Zur nomenklatur Dementia Sejunktiva”, Nuer. Centralblatte XXIII, 1904, pp. 1144-46.
  19. Green, M., Les soeurs von Richtofen, Ed. Seuil, Paris, 1976.
  20. “The Richtofen Sister, par Martin Green” (nota de lectura), Scilicet 6/7, Ed. Seuil, Paris, 1976, pp. 371-378.
  21. Roudinesco, E., Historia del psicoanálisis en Francia, vol. I, Ed. Fundamentos, Madrid, 1988.

Este trabajo retoma desarrollos presentados por Silvia Elena Tendlarz en “Claves de una ruptura”, Tesis Doctoral de la Facultad de Psicología, Universidad del Salvador, Buenos Aires, 1989, inédita.