Preguntas sobre autismo a Silvia Tendlarz

¿Cómo fue tu encuentro con los autistas?

Me crucé con niños autistas en distintos lugares de trabajo desde el comienzo de mi formación. Me llamaba la atención su fijeza, sus conductas estereotipadas, sin sentido, y el corte del lazo con los otros que pude situar tanto en Argentina como en Francia durante el transcurso del tiempo que viví en París. Distintos niños, en distintos idiomas, con una presentación similar: desde el niño del Hospital Castex en San Martín hasta el niño magrebí que recibí en París, ambos niños apuntaban al vacío con una frase estereotipada que se reducía al “está ahí”.

Cuando volví a Buenos Aires me interesé particularmente por trabajar con niños pequeños, y en esas consultas se encontraban también niños autistas. Por entonces llegaban especialmente derivados de los gabinetes psicopedagógicos. En la actualidad la difusión del autismo permite que lleguen enviados por pediatras o que los padres consulten en forma espontánea cuando algo les inquieta en sus hijos.

Mi interés se desplazó entonces hacia los tratamientos: ¿cómo franquear ese muro invisible que se establecía entre el niño y yo? ¿Cómo lograr acercarme a ellos? Entendí rápidamente que esa tarea quedaba de mi lado. El niño, a su manera, hacía su trabajo de invención, y del lado del analista quedaba la búsqueda de lograr un contacto que fuera menos intrusivo.

¿Qué te enseña el trabajo con niños autistas como analista practicante?

El trabajo con los niños autistas me interpela una y otra vez y me lleva a reflexionar continuamente sobre mi práctica frente a la singularidad subjetiva. Un niño, que llamé Alex, me enseñó muchas cosas relativas a las particularidades del trabajo analítico con niños autistas durante los cuatro años que duró su tratamiento. Desde su presentación inicial, de total indiferencia, fue desplazando su encapsulamiento autista a través de la construcción de series iterativas en las que incluía números, objetos y nombres en un primer tiempo, y mapas de la ciudad de Buenos Aires, de líneas de colectivos y de subtes, en los que situaba en cada oportunidad su “flaca escopeta”, nombre con el que me llamaba.

Este niño, que trabajaba en silencio y no respondía a las demandas del otro, me permitió captar el “lazo sutil” que el niño puede establecer con el analista, por fuera de los discursos establecidos. En realidad no se trata de un corte absoluto, sino que hay que aprehender la sutileza de su lazo que lleva a dirigirse al otro de acuerdo a su voluntad, con la actividad que implica su eventual rechazo, y su elección de las personas a quienes se dirige con la mirada y la voz. Durante un control del análisis de este niño, Jacques-Alain Miller me indicó que en realidad trabajaba muy seriamente, absolutamente concentrado en lo que hacía, sin experimentar las interferencias que conllevan el lazo social. Entendí entonces que eso explicaba su buen desempeño escolar y las posibilidades de invención con las que contaba para construir su ser en el mundo.

Tomando el título de las Próximas Jornadas del Departamento de Autismo y Psicosis en la Infancia: ¿Qué cambia el psicoanálisis en estos casos?

En el Departamento de autismo y psicosis en la infancia del CICBA, con Patricio Alvarez y otros colegas que se han sumado en esta tarea venimos trabajando en el Seminario acerca de la especificidad del autismo y de la psicosis en la infancia desde hace ya seis años. Mantenemos un intercambio continuo con los distintos ámbitos hospitalarios e institucionales para seguir de cerca el trabajo clínico con niños autistas, y las Jornadas que proponemos cada año son una modalidad de de sostener una conversación con nuestros colegas.

La elección del título de este año responde a la pregunta que se formulan los padres y los profesionales que trabajan con ellos acerca de la pertinencia del psicoanálisis en el trabajo con niños autistas. Planteamos que el psicoanálisis es una opción legítima para el trabajo con autistas.

La propuesta de Eric Laurent acerca del encapsulamiento autista no como un caparazón duro sino con la elasticidad suficiente que incluya objetos y personas permite aprehender cómo se logra desplazar en el transcurso de la cura produciendo un cambio en la posición del sujeto en el modo de inclusión en el mundo.

El autismo es un modo de funcionamiento singular, eso no se modifica, pero cambia el tratamiento del neo-borde que constituye el encapsulamiento autista. Cambia la relación con los otros y consigo mismo, a través de una invención personal construida a su manera.

¿Cuál es tu perspectiva en el trabajo con los padres?

Entiendo que hay que comenzar por desterrar definitivamente el mito iniciado por Leo Kanner y sostenido luego por Bruno Bettelheim que los padres de los niños autistas son fríos y distantes, o que no se han ocupado suficientemente bien de sus hijos. Los padres llegan con su angustia, su inquietud y sus preocupaciones. Sugerirles que ellos mismos son la causa del autismo de sus hijos es erróneo conceptual y clínicamente: no hace más que desampararlos y dejarlos a solas en lugar de acompañarlos en la búsqueda de las soluciones y opciones que sean más adecuadas para cada uno de ellos.

¿Qué forma toma “la batalla del autismo” en la Universidad? ¿Y en la ciudad?

La inclusión en el año 2013 de la cátedra electiva “Clínica del autismo y de la psicosis en la infancia” en el plan de estudios de la Carrera de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires fue sin duda un paso importante en la medida en que formaliza la presencia de una orientación psicoanalítica lacaniana de tratamiento del autismo en la Universidad. Sin lugar a dudas, muchos colegas han transmitido ya esta orientación dentro de la UBA en sus distintas cátedras y prácticas clínicas. Lo novedoso es que la modificación del plan de estudios contemple e inscriba su presencia por fuera de los tratamientos puramente cognitivos comportamentales. La asistencia inmediata de alumnos frente a esta convocatoria dio cuenta del interés que despierta la perspectiva psicoanalítica en el trabajo con niños autistas y abre así las puertas a una divulgación más amplia en la medida que queda en conexión con otros ámbitos universitarios.

Simultáneamente a esta propuesta universitaria, desde la EOL hemos formado un grupo de trabajo para seguir de cerca las propuestas relativas a la ley de autismo y una reglamentación que incluya al psicoanálisis entre las opciones posibles de los padres para sus hijos. Esto forma parte de un trabajo desde la Escuela hacia la ciudad.

¿Qué se puede extraer del tratamiento del autismo para el tratamiento del malestar en la infancia en general?

El “autismo” se ha vuelto un significante amo de la época: “todos más o menos autistas” dentro del espectro autista, y eso no solo en la infancia. No obstante, el autismo como funcionamiento subjetivo singular no corresponde a este autismo generalizado que nombra el quiebre del lazo del siglo XXI y el individualismo creciente. El tratamiento del autismo permite entender con más nitidez que las soluciones son siempre singulares y que hay que acompañar al niño en su trabajo de invención más allá de los ideales y de las normas pre-establecidas. Forzar al niño a la “normalidad” es olvidar que un sujeto nunca se restringe a una norma construida desde la oposición entre lo normal y lo patológico, sino que es único y siempre diferente uno de otros.