El sueño en el ultra-pase

El Scilicet 2020 tiene una particularidad: más que una recopilación de textos preparatorios para un Congreso, fue pensado como un libro que da cuenta del trabajo comunitario de las Escuelas de la AMP como Escuela Una.

“El sueño. Su interpretación, su uso en la cura lacaniana”, título del libro y también del Congreso, es el eje de orientación de cada uno de los textos que resultan de los carteles propuestos para su elaboración. Se examina entonces las propuestas tanto de Freud como las de Lacan en torno a la propuesta que está en el corazón del dispositivo analítico que es la narración bajo transferencia. El inconsciente interpreta, también el analista, y el uso del sueño cambia en transcurso del análisis.

Este libro se compone por cinco partes, puntuadas por citas de Miller, sin títulos, con los que fueron organizados el conjunto de los carteles. Encontramos en ellos una progresión que va desde el Traumdeutung freudiano, el trabajo de cifrado y el lugar del sueño en la narración del paciente dentro del dispositivo analítico, el dormir, el despertar, el ombligo del sueño propuesto por Freud -retomado con frecuencia en los textos-, antesala al real inasimilable a lo simbólico, la pesadilla, los sueños de angustia, hasta el uso del sueño al final de análisis cuando cumplen la función del mostrar.

Pero hay algo más. Jacques-Alain Miller acuñó el término de “ultrapase”, el más allá del pase, y el libro concluye con los desarrollos relativos al destino del sueño más allá del análisis y del pase.

Algunos AE contestan a esta pregunta. Retomaré los desarrollo del cartel orientado por esta cuestión y también otro de los trabajos que encara esta clínica original introducida por Miller.

El sueño como formación del inconsciente se modifica luego de la constatación de la inexistencia del Otro y de la articulación subjetiva al régimen del Uno que opera después del pase, plantea Dominique Holvoet (ECF). El despertar es relativo al saber: hay un agujero que el saber no recubre, cuestión elaborada por Philippe La Sagna en sus desarrollos. Caído el anudamiento imaginario-simbólico del fantasma que actuaba como defensa contra lo real y hacía existir al Otro, el AE encuentra en el ultrapase la opacidad del goce sin las ficciones del decir. Hay momentos en el final de análisis que el analizante utiliza al sueño como un recurso para escapar al agujero del sentido. En el lugar del agujero surge la letra que designa a un real, impacto del significante sobre el cuerpo que Lacan llama sinthome.

El ultrapase valida otra relación con el agujero que aísla el lugar del sinthome. “No es un despertar, dice, puesto que nunca despertamos, sino que es un desplazamiento de la función del sueño que permite posponer la soledad experimentada”.

El sueño en el ultrapase apunta a un real sin creer demasiado en ello. Propone que hay que consentir a engañarse con la letra que ahí se inscribe. El sueño en el final, en su dimensión de fuera de sentido, es el “ya nadie” (plus personne). Retoma entonces un sueño repetitivo que tuvo durante su pase: le arrancaban un diente hasta no quedar con ninguna, expresión francesa que dice “plus rien a se mettre sous le dent“, que significa que no tiene nada más que decir.

En el ultrapase el sueño no tiene ya valor de verdad sino que son “sueños de sinthome” y giran alrededor del agujero.

El despertar que sitúa Fernando Vitale (EOL) es otro. El más allá del pase hay que aparejarlo con el nudo borromeo. Hay que despertar del sueño del padre para aislar un resto real. De allí que proponga elevar a la condición de paradigma el acontecimiento de cuerpo el que Stephen, de acuerdo a la escritura de Joyce, accede a la experiencia de un goce en el cuerpo que funda para él la certeza de una existencia que merece vivir. Y esto ocurre por fuera de la legitimación paterna.

Fabián Fajnwaks (ECF), convocado a hablar sobre el sueño en relación al deseo del Otro, señala que en el pase se produce una deflación del deseo que corresponde al pasaje del inconsciente transferencial al inconsciente real, y que en ese pasaje el sueño queda reducido a una manifestación de la Una-equivocación, el Unwebust, a un agujero fundamental en la significación, que vuelve superflua todo interpretación o saber en relación a lo real presente en esa falla. De esta manera, se reduce a lo real que el sentido y la metáfora y la metonimia intentan cifrar.

El sueño en el ultrapase se vuelve un resto real de lo simbólico. De esta manera, pasa de lo simbólico a lo real como resto, punto que lo distingue de la psicosis.

A su entender, el sueño se deja leer como punto realmente simbólico, como lo demuestran los sueños del pase en su carácter de escrito: significante asemántico, onomatopeya, un “es eso” que como el haiku excluye el sentido.

Oscar Ventura (ELP) relata un sueño que tuvo bajo transferencia. Una figura sin forma se precipita al vacío desde un balcón. El impacto produce un ruido seco. Baja por las escaleras angustiado y pregunta quién es. Responden: “es sueco”.

Despierto concluye: su eco, y se ríe. Algo había caído y otorga entonces a este sueño un valor conclusivo. No le dio ningún sentido por entonces ni ahora, tal vez por aburrimiento o hastío de buscar una sentido. Es una escritura que se desplaza del campo del ser al de la letra. El equívoco su-eco, sueco, hace resonar una letra en el cuerpo y produce una satisfacción que detiene su metonimia. Plantea entonces que el despertar solo produce un acontecimiento de cuerpo -risa, temblor- por fuera del sentido. Queda entonces a merced de los latidos de la vida.

“La vida no sueña, dice, sino que palpita en el borde de un agujero que se aleja definitivamente de cualquier significación que uno pretenda darle”.

Por último, Déborah Gutermann-Jaquet (ECF) indica que el sueño en la perspectiva del inconsciente transferencia corresponde a las formaciones del inconsciente. En cambio, en el ultrapase, que hace captar que hay Uno, es pura repercusión de la vida, en el sentido de lo vivo del cuerpo y de su goce en el sueño. Desde esta perspectiva, el sueño en el ultrapase es un índice de la vida, de la vida del cuerpo que se tiene. El sueño en la vida alimenta el amor a la ficción. Pero cuando se cae fuera del sentido se produce una modificación del valor de la vida. No es ya la historia de sus glorias e ilusiones sino de la vida como soplo. El sueño se hace eco, caja de resonancia de esta dimensión indecible del goce.

Para concluir, en el ultrapase el despertar es planteado en esta secuencia de textos después del pase en relación al padre, al no saber, al acontecimiento de cuerpo que queda a merced de los latidos de la vida.

El uso del sueño también se modifica. El sueño se vuelve letra que designa un real, sueños de sinthome que giran alrededor del agujero, el sueño se vuelve Una-equivocación que vuelve superflua toda interpretación, el sueño realmente simbólico, resto real de lo simbólico en su modalidad asemántica, “es eso”, el “ya no persona”, el sueño hace resonar la letra en el cuerpo y produce un acontecimiento del cuerpo por fuera del sentido, se vuelve así pura repercusión de la vida. De esta manera el sueño se hace eco, índice, resonancia de la vida que se tiene.

Añadamos a esta secuencia que en la medida en que lo real de la vida se desprende de los espejismos de los sentidos y de la búsqueda de significación, el sueño sencillamente es eso que se muestra y hace vibrar la vida.