Una ceremonia con reglas: comentario del “Banquete de Platón”

Al comienzo del curso El banquete de los analistas Jacques-Alain Miller retoma El Banquete de Platón y dice: “Bajo el título El banquete de los analistas me propongo seriamente examinar cómo se articulan los tres órdenes de relación que un analista mantiene (con sus analizantes, con el psicoanálisis y con los analistas). (…) Todos se presentan en él con su parrafada sobre lo que es el psicoanálisis, como en el Banquete de Platón, donde cada cual acude con su parrafada sobre el amor. (…) no dije solamente El banquete, pues el título ya había sido tomado. Se trata del lugar donde Lacan buscó por primera vez lo que podía aclarar los fenómenos de transferencia a partir del objeto a. y es que toda su lectura del Banquete de Platón apunta a destacar la palabra agalma, que Alcibíades emplea para designar los objetos preciosos que oculta la poco afortunada apariencia de Sócrates” (p.12-13).

Y luego, más adelante: “En el banquete está en juego el lazo social. Y si el Banquete de Platón es el banquete de los banquetes, es porque versa sobre el amor, principio del lazo social” (p.15).

Nuestro comentario del Banquete de Platón seguirá el recorrido del de Lacan en su Seminario “La transferencia” (1960-61), su examen en la “Proposición del 9 de octubre…”, siete años después, y la presentación del Seminario “La transferencia” que llevó a cabo Jacques-Alain Miller en el momento de su publicación en francés, publicado con el título “El reverso de la transferencia”.

El banquete puede definirse como una ceremonia con reglas. En el Symposium de Platón la regla era no beber demasiado. Se distingue de un festín o de una cena común por la presencia de discursos articulados sobre un tema elegido con anterioridad. En el caso del Banquete de Platón es elegido el discurso sobre el amor. Fue escrito aproximadamente en el año 385. Los personajes involucrados no son ficticios sino que pertenecen a la antigua Grecia y ocuparon un lugar preponderante en la cultura o en la sociedad.

Lacan retoma este texto de Platón en los años 60 para examinar el concepto de transferencia en su seminario que lleva ese mismo nombre. “Al comienzo de la experiencia analítica era el amor”, parafrasea Lacan en su Seminario. Intenta así entender qué es lo que pasa en la transferencia a partir del examen del amor.

En este texto plantea la dialéctica entre el erastés (amante) y el eromenós (amado). El primero queda situado del lado de la falta en tener, del sujeto barrado, sujeto del deseo; el segundo, del lado del tener, del objeto a.

Lacan define al amor en este Seminario como “dar lo que no se tiene”. Se trata de una sustitución, de la acción de la metáfora del amor que se produce cuando alguien que es amado se transforma en amante:

Este banquete está compuesto por la sucesión de seis discursos más la interpolación de Alcibíades que se incluye borracho en el banquete sin estar invitado a participar. Durante largo tiempo los comentarios filosóficos se detenían en el discurso de Diótima por considerar que la intrusión de Alcibíades debía ser apócrifa o bastarda y que con ella ya se había alcanzado las esferas más altas relativas al amor. Lacan retoma esta historia y su comentario se vuelve central para la comprensión del amor de transferencia.

Los participantes son comentados sucesivamente por Lacan en cada una de las clases de su Seminario. Retomaremos los títulos indicados por Jacques-Alain Miller en su establecimiento. Ellos son: 1) Fedro: la metáfora del amor; 2) Pausanias: la psicología del rico; 3) Erixímaco: la armonía médica; 4) Aristófanes: la burla de la esfera; 5) Agatón: la atopía de Eros; 6) Sócrates, que retoma el discurso de Diótima con su discurso ideal del amor considerado erróneamente, al decir de Lacan, como la teoría platónica del amor. El discurso de Alcibíades que se presenta a continuación da lugar a la inclusión del concepto de agalma.

Fedro presenta al amor como un gran dios. Habla del amor como de la teología (por ejemplo, en la tradición cristiana también se produce esta superposición al referirse al amor divino). Afirma que la significación del amor se produce cuando el amado se comporta como un amante. Esta sustitución produce la metáfora del amor. Retoma entonces dos ejemplos: Alcestes y Aquiles. Alcestes se sustituye al rey Admeteo para satisfacer la demanda de muerte. Ella es la encarnación del amor. Aquí la amante se sustituye al amado. En cuanto a Aquiles, su elección de matar a Príamo para vengar la muerte de Patroclo a sabiendas que eso sellaba su destino de muerte tiene para Lacan el valor de una sustitución. Aquiles, que inicialmente estaba situado en posición de amado, se vuelve amante con su acto y esta transformación es lo que vuelve su sacrificio tanto más admirable. Esta metamorfosis es retomada al final del comentario de Lacan.

Pausanias presenta las dificultades del rico con el amor en tanto que la cuestión es que en qué objetos invertir el amor. Introduce así el tener puesto que se trata de la posesión del objeto amado. Lacan define su discurso como el de un sociólogo o un observador de sociedades por su distinción entre dos tipos de Afrodita: Uraniana y Pandemiana (popular). Durante el discurso de Pausanias a Aristófanes le da un ataque de hipo. Lacan retoma en este punto la interpretación de Kojève basada en el análisis del texto griego y la repetición de ciertas frases e indica que este hipo responde al hecho de que durante todo este discurso Aristófanes se mató de risa y Platón también. Esto significa que Platón, que habla bajo el nombre de Apolodoro, el discurso de Pausanias es ridículo.

Erixímaco presenta el discurso médico sobre el amor, sobre lo normal y lo patológico. Su planteo del amor desde la armonía se opone a la posterior introducción del agalma y del objeto a.

Con Aristófanes se produce un quiasma, afirma Lacan. Aristófanes, el poeta cómico, presenta un discurso trágico, y Agatón, el poeta trágico, presenta un discurso cómico. En ningún lugar del Banquete se toma el amor tan en serio ni tan trágicamente como en este discurso, dice Lacan.

El mito de la esfera dividida en dos mitades que padecen la nostalgia de su otra mitad expresa el ideal popular del encuentro amoroso. Equivocadamente se consideró que este mito expresaba la teoría platónica del amor, pero Lacan señala la paradoja que se ponga entonces en boca de Aristófanes esta teoría dado que él era el enemigo declarado de Sócrates y que contribuyó de alguna manera en su muerte. En realidad esta teoría divierte a los presentes puesto que la encuentran ridícula.

Luego del carácter cómigo del amor indicado por Agatón, Sócrates pasa la palabra a Diótima. Lacan se opone a los comentaristas que indican que si le pasa la palabra a ella en lugar de hablar en nombre propio es para no avergonzar a Agatón por su discurso nulo. Diótima presenta la imagen del amor del idealismo platónico. Explica que el amor es una vía de acceso a una verdad superior, hacia el más allá. Presenta el mito del nacimiento del Amor, mito que sólo se encuentra en Platón. El Amor es el hijo de Poros (recursos) y de Penia (pobreza, miseria). Mientras que Poros duerme borracho, Penia se hace embarazar por él. El nacimiento del Amor coincide con el de Afrodita, por lo que siempre existirá una relación entre el amor y la belleza. Penia, que no tiene nada, es la expresión de la deseante femenina. El nacimiento del amor queda así vinculado a la relación entre la falta (sujeto deseante) y el que tiene.

Por otra parte, Agatón había indicado en su discurso que Eros era el deseo de lo bello. A ello Sócrates responde que si desea lo bello es porque no lo tiene. Nuevamente se establece la relación entre el tener y la falta.

Alcibíades llega borracho al banquete con un grupo de amigos y relata cómo intentó seducirlo a Sócrates metiéndose en su cama y fracasó. Lo compara entonces con un sileno que contiene en su interior un agalma. El sileno era una estatuilla que al desatornillarse se encontraba en su interior objetos preciosos. Sócrates posee en su interior un agalma (Lacan indica que la evocación topológica es crucial). Su agalmata provoca el amor de Alcibíades. Su posición por ese entonces era de amante y el de Alcibíades de amado. Pero rechaza volverse a su vez el amado de Alcibíades porque dice que no hay nada en él amable.

Lacan se pregunta, ¿por qué Alcibíades que sabe que es el amado de Sócrates necesita un signo de amor de parte suya? Responde que si Sócrates se admitiera como amado se produciría la metáfora del amor por la sustitución en la que el amante se vuelve amado, en el lugar donde estaba la falta, el $, se forma lo que lo vuelve amable (p. 185). El agalma se fabrica a partir de la falta en ser.

La posición central de Sócrates es que su esencia es vacía, ahuecada, ocupa el lugar del sujeto barrado. Por otra parte, Sócrates le contesta a Alcibíades que en realidad su discurso se dirige a Agatón, no a él, puesto que desea que sea su objeto. Lacan afirma que en la medida de que Alcibíades no sabe lo que Sócrates desea y se vuelve así la encarnación del deseo del Otro, es tomado por un amor de transferencia que le permite reenviarlo hacia su propio deseo dirigido hacia Agatón, le indica así su objeto de deseo. Lacan concluye que en la transferencia el analista ocupa el lugar del sujeto barrado, encarna un puro vacío. Es por ello que no hay nada en Sócrates que sea amable y su esencia es el vacío. Lacan concluye aquí que el deseo del analista es dejar vacante el lugar del propio deseo para permitir que emerja el deseo del paciente (p. 128).

A partir de este lugar de vacío, la transferencia produce que el analista se transforme de sujeto barrado en objeto a. En la transferencia el analista contiene el agalma. Así, el agalma sitúa el lugar de objeto a que ocupará el analista en la teorización de los cuatro discursos abandonando definitivamente su lugar de sujeto barrado.

La mutación de $ en agalma en el Seminario “La transferencia” también pasa por el saber. En este Seminario Lacan no cuenta con el concepto de sujeto supuesto saber, teorizado en el Seminario 11, pero se puede establecer una serie que lo prepara: 1) sitúa la suposición de tener el agalma (Alcibíades le supone un agalma a Sócrates) (p. 51); 2) la suposición que no sabe que lo tiene (implicación del inconsciente por parte de Sócrates) (p. 51); 3) la sobreestimación narcisista del sujeto supuesto en el objeto amado (p. 108); y por último, 4) la suposición de saber del analista, con la siguiente paradoja: por un lado, se le supone saber, pero, por otro lado, en ese lugar el analista debe ocupar el lugar de $, de falta en ser, presencia real para que pueda vislumbrar el objeto a del fantasma del paciente. Esta paradoja cae cuando el analista abandona la posición de sujeto barrado en la teorización lacaniana.

Lacan retoma en la “Proposición del 9 de octubre…” el comentario del Banquete. Indica allí la identidad entre el algoritmo del sujeto supuesto saber, de la transferencia, con el agalma del Banquete.

Dice: “¿Dónde está dicho mejor que como lo hace allí Alcibíades que las emboscadas del amor de transferencia tienen como único fin obtener eso cuyo continente ingrato piensa que es Sócrates? Pero quién sabe mejor que Sócrates que sólo detenta la significación que engendra al retener esa nada, lo que le permite remitir a Alcibíades al destinatario presente de su discurso, Agatón” (p. 15). Aquí queda claramente resumido su comentario del Banquete. Al guardar su nada Sócrates pone en paréntesis su propio deseo lo que le permite develar el deseo de Alcibíades dirigido hacia Agatón. El referente latente de esta operación es la posición de objeto a del analista que produce la transferencia.

Miller indica que en la “Proposición…” de Lacan se aclara que lo que produce el efecto de agalma es el sujeto supuesto saber. Es por ello que quedan equiparados.

Este recorrido nos permitió ver cómo el amor, principio del lazo social, ocupa un lugar central en la transferencia. Lacan dice, al pasar, al comienzo de su Seminario, que los degustadores de ese entonces se preguntaban si el año sería bueno. Nosotros, degustadores lectores, apreciamos el Banquete de Platón con Lacan, degustamos el comentario de Miller, y finalmente desembocamos en el banquete de los analistas, de la ciudad analítica, que al tener como mira la pregunta de qué es ser un analista, es un banquete que nunca termina.

Publicado en: La Revista de Psicoanálisis 8, Buenos Aires, 2001.

BIBLIOGRAFÍA

  • J. Lacan, Le Séminaire, livre VIII: «Le transfert» (1960-61), Seuil, Paris, 1991.
  • J. Lacan, “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la escuela”, Momentos cruciales de la experiencia analítica, Manantial, Buenos aires, 1991.
  • J.-A. Miller, “El reverso de la transferencia”, Uno por uno 20 (1991).
  • J.-A. Miller, El banquete de los analistas, Paidós, Buenos Aires, 2000.
  • Platón, Le Banquet, les belles lettres, Paris, 1989.
  • L. Robin, «Notice», Le banquet, les belles lettres, Paris, 1989.